Agua con polvo café, se torna oscura y espesa.
Que sabor tan amargo, pero que bien se siente.
Son las semillas de la tierra, pepitas de las montañas.
Color verde o rojo. Cuando la modorra asecha,
sale la cafeína resuelta, a repeler y combatir,
con toda su fuerza, los designios del no ser.
Un tinto para amanecer, tibio y lúcido,
el de la tarde, para bajar el almuerzo,
cuando se nos niega la siesta.
Y el de la noche, para aquellos misteriosos
y oscuros noctámbulos.
1 comentario:
nunca se me hubiera ocurido hablar del cafe.. buena esa mauro !!...esos son los temas con los que hay que incursionar....
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