martes, 13 de octubre de 2009

Tenía una lengua ponzoñosa.



Aún se desconoce el paradero de la peligrosa portadora del veneno. La policía investiga sobre sus hábitos y sobre su modus operandi, con el fin de detener la terrible carrera criminal que viene causando estragos en la ciudad de Pereira. Quienes tuvieron la oportunidad de verla en persona e incluso tenerla cerca, se precian de estar vivos, y de salir ilesos de tan espeluznante presencia.
Eran las nueve de la noche, cuando Carlos Tango departía unas cervezas en un antro céntrico. Sus comensales empezaron a sufrir graves síntomas de intoxicación. De inmediato, les hicieron beber agua y humedecieron sus orejas, ya que estaban tan rojas, que muchos aseguran que estaban a punto de derretirse del calor. Los habitantes del sector, los dueños del chochál y los borrachines no se explican en qué momento los tres acompañantes del señor Tango fueron víctimas de la ponzoña asesina. Primero fueron unos rumores, luego unas calumnias amenazantes, por último aparecieron los cuerpos de una mujer y dos hombres, en la acera y con la conciencia perdida dentro de los brebajes del veneno.
Se ignora los componentes y la efectividad del mismo, por lo pronto las autoridades investigan y la ciudadanía se encuentra conmocionada con las imágenes de los tres agonizantes, temblando y sufriendo toda clase de espasmos en la sala de cuidados intensivos del Hospital San Jorge.