lunes, 21 de diciembre de 2009

La enfermedad infantil de la izquierda Colombiana.

En política, he aprendido que todas las tendencias políticas son válidas, ya que Colombia es un país tan rico en climas, en regiones, en recursos y en clases sociales, que de ello se desprenden innumerables pensamientos. Vemos que hay fascistas, originados desde las clases terratenientes, mafiosas y algunos sectores de la burguesía intermediaria*, existen las ideologías de la pequeña burguesía, el anarquismo, el foquismo y el terrorismo de las guerrillas, por ejemplo. La izquierda, la social democracia y el liberalismo filosóficos desde el lado civilista. Hay conservadores demócratas, hay liberales autoritarios, hay apolíticos postmodernistas, en fin, una gran gama de matices, orientaciones políticas y filosóficas. En un país con una violencia que se remonta desde los años de la Independencia hasta hoy, cambiando de protagonistas y de carácter, unas guerras son revolucionarias y de liberación como la que dio el pueblo contra los Españoles, en cabeza de Bolívar y Santander y otras son reaccionarias como la que encabezan de la guerrilla y los paramilitares, con los recursos y el poder del narcotráfico. Es por eso, que la tolerancia y el respeto a las ideas ajenas representa una clara contraposición a la herencia burguesa guerrerista del partido Conservador y Liberal, que nos legaron el sectarismo y la polarización, de la cual beben tanto la extrema izquierda, como la extrema derecha. También aprendí, que por tamaña riqueza teórica, hay que llamar las cosas por su nombre. Por ejemplo, el proyecto que encarna Uribe es fascista, lo que encaran las FARC y sus simpatizantes es algo parecido, imponer las cosas a la fuerza. Marxismo en Colombia, como tal, no lo encarnan ni los radicales de izquierda, ni mucho menos la guerrilla, tal vez un pequeño partido de los trabajadores…. El marxismo no es copiar las fórmulas prácticas y teóricas al píe de la letra de la experiencia China o Rusa, como lo hacen torpemente, por ejemplo, el MODEP o las brigadas antiimperialistas, tampoco es el revisionismo y el oportunismo soterrado de “la combinación de las formas de lucha” agenciado por el viejo y caduco Partido Comunista, ni mucho menos, es el sectarismo del (neo)MOIR, el que prohíbe y sataniza las alianzas desconociendo la teoría política de la correlación de fuerzas.
El marxismo consta de tres pilares: La filosofía (Materialismo dialéctico y Materialismo Histórico) la teoría política y la económica.

Sobre el materialismo dialéctico: 1) Todo es materia, las ideas son productos del cerebro humano, y éste no es más que el desarrollo y alto grado de sofisticación de la materia. 2) No hay materia sin movimiento, ni movimiento sin materia. Todo está en constante movimiento y todo se contradice entre sí, se relaciona y se une. Sobre estos dos puntos Mao Tse Tung hizo una gran contribución cuando desentraña y explica de una forma magistral el carácter de las contradicciones. Las contradicciones se presentan en todo, poseen un aspecto absoluto, pero son relativas también, algunas son principales, otras son secundarias, las principales pueden transformarse en secundarias y viceversa. En Colombia, las fuerzas políticas se contradicen tentre sí, inclusive dentro de un mismo partido hay contradicciones. Para las fuerzas democráticas, la principal contradicción es el proyecto fascista y dictatorial de Alvaro Uribe, por lo que es necesario que el POLO busque alianzas con los independientes y con la derecha. Porque cada situación requiere un trato y una táctica diferente. Las innumerables declaraciones y gritos de la extrema izquierda cuando se habla de alianzas con la derecha para derrotar la reelección de Uribe demuestran el grado de ignorancia, de infantilismo y de oportunismo, a la hora de aplicar una táctica correspondiente al blanco principal de ataque. Cuando Lenin decía que la esencia de dialéctica es la unidad de los contrarios, explica como Uribe y las FARC, dos fuerzas aparentemente antagónicas, se necesitan la una a la otra más que nunca. El primero necesita la amenaza terrorista, los secuestros, los bombazos, las pipetas de gas cayendo en los pueblos, las extorsiones, el boleteo, el miedo que difunden, la zozobra en campo y demás barbaridades para justificar el autoritarismo, para legitimar sus medidas fascistas, para revestir la violencia y el abuso de la fuerza pública como una necesidad primordial. El segundo necesita un régimen político intolerante, guerrerista, injusto, cruel y despiadado, de falso positivos, de yidis política, de trampas y vivezas jurídicas, de escándalos como el de la Parapolítica o "Agro Ingreso Seguro" para darle aire mesiánico a su discurso, para mostrarse como el único sendero de cambio, para impregnarse de la sabia revolucionaria que nunca han tenido, para verse como los redentores y para legitimar sus medios inhumanos para conseguir sus fines altruistas.

Las fuerzas democráticas son la tercera vía, el camino que se aparta de ese círculo vicioso que desangra a Colombia, que siembra odios, intolerancia y muerte. Nosotros no cabemos en ese matrimonio infernal. Nuestro enemigo es la violencia, la guerra, la imposición de ideas políticas a la fuerza, a las malas, a los balazos de fusil. Por eso, Gustavo Petro, habla de acordar el futuro, con todas las fuerzas de la democracia, de todos los partidos y movimientos que no quepan en la rosca del Presidente o se opongan a su proyecto reaccionario y miserable. Por eso Francisco Mosquera ad portas de la apertura económica hizo alianza con una de las personalidades más conservadoras del Partido Liberal, el candidato presidencial Durán Dusán, para impedir esa desgracia para el país, que hábilmente lograron implantar con la anuencia y participación ingenua del M-19, quienes creyeron que consignando unas medidas socialdemócratas y libertarias en el papel, en la Constitución de 1991, causarían un cambio radical en el establecimiento, cuando el verdadero cambio lo configuró la implantación del modelo neoliberal y sus representantes hechos con el poder. Que al Partido Comunista no le interese la alianza de l campo democrático es comprensible… pero que Robledo se oponga a ultranza resulta insólito, pues fue precisamente el fundador del MOIR quien desde el principio, rompiendo todo tipo de paradigmas, como el abstencionismo, el foquismo y la “combinación de todas las formas de lucha” de la izquierda infantil de ese entonces, siempre impulsó y lucho por crear un gran frente, en especial en el último periodo de recolonización y hegemonía gringa, para unir todas las fuerzas democráticas. Si la situación era trágica para los obreros y campesinos cuando empezaron a cerrar fábricas colombianas y a importar lo que acá se cultivaba, ahora es terrible, porque no administran la neocolonia los demagogos y democrateros de los años noventas, ahora se ahonda en las reformas económicas, laborales y jurídicas, perversas y leoninas, desde un gobierno despiadado de comportamiento equiparable al gobierno de Fujimori o al de Hitler, guardadas las proporciones y el contexto histórico.

Gustavo Petro es lo más revolucionario en Colombia, no solo por sus reformas novedosas, bien sustentadas, posibles y muy progresistas, también porque la táctica que propone, de acordar del futuro, de unir fuerzas con otras tendencias y partidos políticos de diferentes orientaciones es la única posibilidad para derrotar la amenaza de dictadura que se cierne sobre Colombia. Salvo la unidad de las fuerzas progresistas, todo es ilusión.

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No más capuchas, papas, tropeles, vidrios quebrados, campus dañado, miedo causado, y castración de la participación, esos métodos dejenlos para los amotinados en las cárceles nacionales. En las universidades la lucha se da desde el debate político, desde las iniciativas culturales y académicas, desde las críticas profundas a la sociedad y al régimen, desde los libros y el conocimiento, desde la participación en consejos estudiantiles, en asambleas, desde los foros, en fín, desde todos aquellos espacios que le son propios a la naturaleza del estudiante, no desde formas violentas implantadas desde afuera por grupos aislados de las masas.

*Intermediaria entre la gran burguesía internacional, y la clase parasitaria y vendepatria del país, que les asegura el dominio económico, político y cultural.

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