lunes, 8 de marzo de 2010

La otra vez.

La otra vez me fui a dormir a la casa de un amigo, me hecharon de la mía. El hombre era medio cacorro, medio guebón y medio feo, muy feo, horrendo. Lo llamé y le dije que si podía ir a su casa. Solo eso, no le mencioné la pernoctada. Como era muy patético, su vida social transcurría por internet, le parecía grandioso tener un amigo en su casa. Insistía y rogaba que me quedara, pero nunca lo hacía, me daba pereza. En esta ocasión, presentía que haría la misma y fastidiosa propuesta. Me fui en bus, de mi casa al centro y luego abordé el Megabus, un servicio más moderno y organizado de transporte público,

-Ahí viene el gusano verde, pilas- Se escuchaba entre la gente cuando se acercaba el vehículo-

Voy atravesando el sector comercial, mientras miro las vitrinas, la gente, mujeres y uno que otro vagabundos de costal. Pasé por dos parques, me dirigía hacia Cuba, un barrio inmenso, lleno de violencia y de gente bella. El Cardal, lindaba con partes rurales, tenía mucha naturaleza alrededor y se respiraba un ambiente tranquilo de gentes menesterosas pero muy trabajadoras y resueltas en progresar. Me hubiera gustado seguir el camino, llegar hasta Altagracia y alejarme, vivir en el campo, pero así no es en esta ciudad, hay lujos que solo se los pueden dar los pobres, no los flojos que nos sabemos aguantar hambre ni frío. Porque para vivir con las todas las comodidades se necesita plata, para eso se necesita trabajo y no tenía, ni tengo.

-Hola Mostro-le dije tranquilamente mientras le daba la mano-
Mi entusiasmo se mostraba sospechadoso...

El punto del caso es que, disimuladamente me instalé en la cuarto de huéspedes y los anfitriones se mostraron muy generosos. Pero había algo raro con Mostro, era un terrible maniático. Había que evitar a toda costa cualquier estímulo erótico que por liviano que fuera, proveniente de la TV o de Internet, porque despertaban el marica dentro, que llevaba en su alma, o en su culo tal vez.

-Valla uno a saber- me dije en mi mente, mientras lo veía jugar Wii, como todo un pervertido mientras se proyectaban caricaturas y dibujos infantiles en el televisor.

Lo más terrible no es que cagara mierda o que le salieran innumerables barros y espinillas en la cara, que amputaba con destreza y masoquismo, no, lo peor era lo chismoso y espía que era. Cuando me demoraba en el baño, empezaba a hacer preguntas estúpidas. Yo siempre repetía los mismo:

-Men, trato de cagar y no puedo, tengo estreñimiento- Era una puta mentira, y él lo sabía.
-Ahhhhhh... como asi hermano, a mijo desayune chorizo, eso me pone a cagar troncos- Decía siempre. Lo único que atinaba a decir:
-Sisas-

Pasaban las tardes, un calor sofocante, un tedio que taladraba mi cabeza como el artefacto para abrir el asfalto. Buena comida, la madre demostró que tenia talento. Siempre fue muy formal, a pesar de que molestaba a Mostro para aliviar el dolor difuso y fantasmal de la apatía.

Al final volví a mi casa, a mi querida cama.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

q bueno leerlo nuevamente parcero, la verdad es que me entretiene mucho y por sobre todo me son de mucha admiracion y agrado todos sus parrafos, un abrazo enorme!

Anónimo dijo...

Es un placer escribir para un público selecto como vos, men, tengo ganas de pasar a otra face con este pitu-blog. Vamos a ver que resulta...

Anónimo dijo...

Toca denunciarlo a la fiscalia no se debe hablar de nadie ni a sus espaldas ni mucho menos en escarnio público en un sitio público como la web.