lunes, 15 de marzo de 2010

Pobre de nosotros los pendejos.

Desperté pasado a culo, con dos ojeras como par oyos negros, el pelo hecho mierda y la cabeza toda averiada. Ha pasado un año y ¿qué es de mí? unos crueles despojos humanos, de un pobre desgraciado. Iba de una lado para otro, sin rumbo fijo, un poco de aquello, algo de esto, una pisca de eso, en fín, nada para escandalizar a mi abuela, o a el Padre Cachucho.

Pasó rápido, recuerdo estár de afán, con el reloj de la vida marcando la roja, el combustible en cero y yo, como todo un guerrero o mendigo, jamás me entregaba a los brazos fríos y huesudos de la derrota. Hagamos de cuenta que la vida es un plato, puede ser un sancocho, un bagre, una changua, un filete o unos calzoncillos ahumados. Mi menú era el último, bueno, miento, en realidad almorzaba carne, arroz, sopa, guisos, jugos, todo endulzado y con sus respectivos condimentos, sal al gústo y todas esas pequeñas chimbaditas que le dan sabor a la vida.

No fué mi culpa, me cansé de lo simple, yo quería algo más, algo más complicado, como carne de perro, o de chulo, algo raro, algo emocionante. Jamás entendí la frase que titula este cuento (hasta mucho despues...):
-Pobres maricas en quienes recaiga el castigo Divino- Que escuche en boca de un pobre condenado que pagaba factura cargando un costal por el resto de sus días, mientras esperaba que se fuera la Ley (que todo lo huelen, que todo lo tocan, que todo lo pintan) de la olla en la que estaba, esperando mi dosis de éxtasis, que las palabras no describen, ni los pensamientos o recuerdos, solo se siente... y que bien se siente... que chimba... en fín.

Me cansé de vivir bueno, de que todo me saliera bien, sin sufrirla, sin llorarla, quería algo más y lo encontré. Pasé de almorzar ejecutivo a extracto de Chocho. El Chocho era una comida que al principio me sabía a celeste, a paz, a vida, a luz, a santo, a puta, a sexo. El cuento es que casi me quedo, al lo último, por aragán, conspire, zángano, parásito, percanta, gonorrea, concha y agonía, sin Chocho y sin !sancocho!. Pues me toco dejar el Chocho, !que dolor tan hijueputa¡ morí, literalemente bajé a las profundidades, donde un viejito malparido me pellizcó las guebas, para luego resurgír, escarbando con las uñas túneles y montañas de arena, bebiendo tierra, pasando frío, hasta llegar a la superficie.

Bueno a todos nos toca, o de jóvenes o de viejos, pero Pito Cráistá en todos se caga. Yo saqué el parte barato, ahora pienso en las palabras de aquel loco chuchento y hambriento:

-Pobres guebones en quienes recaiga la ira Divina-

Así que recuerda pobre malparido, sean las mujeres, el juego, las drogas, la plata, la comida, la vanidad, etc, etc, etc, ya te llegará tu hora, y ojalá que estes preparado: Apriete culo, porque de la diabólica paliza nadie se salva.

4 comentarios:

sublimaciones dijo...

jueputa !! y perdón por la expresión.. Pero me quede boqui abierta... esto está de lo mas chimba !!!!!!!!!.. Me mató, me encantó.. De todo.... ufffff....

y de que nos llega, nos llega la ira divina !!!!

MAURO dijo...

Vero, estaba con la vena de profeta cuando escribía hahah

Anónimo dijo...

Ja parce, este escrito es sencillamente increible, no me cansaré de leerlo, un abrazo

Anónimo dijo...

Mompi ese escrito es mera sabiduria a lo que es bien, que chimba men, mera sabiduria de duende de los bosques malignos! jajajaj, no pero a la parte seria ese escrito es genial loco...