viernes, 25 de septiembre de 2009

Inquietud.

Prende el motor, lo hace restallar, la llanta empieza a girar, con fuerza, quiere hacer contacto con el suelo, quiere moverse. Está suspendida, lo que no permite el desplazamiento del auto, pero sus cauchos siguen girando con bestialidad. La quietud está consumiendo su motor, no aguanta, está empeñada en tocar el asfalto. Aumenta la velocidad. Empieza a notarse un velo blanco en el aire, lo enrarece, lo curte, lo contamina. El motor se está quemando. El sol cenital golpea directamente en el capó, y hace del metal una lámina trémula. Milagrosamente las esféricas traseras rayan el cemento y el vehículo sale disparado. Va a una velocidad notable. Se detiene cerca a un acantilado y quien conduce vierte agua sobre la cubierta roja. Poco a poco baja la temperatura, se salvó la máquina. Sus entrañas quedaron resentidas, pero vive. Eso pensé, sería lo más lógico, pero lo cierto del caso es que el apopléjico dueño de la grúa se empeña en mantener suspendida la masa de metal y tuercas. Arguye que no puede permitir que dicho artefacto se movilice, que no está en su mejor estado. Poco aceite, de la gasolina solo queda el olor. Su verdadera motivación es el odio, la rabia, el orgullo. La engañifa está concluida, al Renault 4 se le derriten sus ductos, los piñones quedan corroídos. El fuego consume lo poco que queda. Al poco tiempo solo queda un armazón de carbón y plomo. El chofer conturbado no se haya, quiere correr, pero no puede, no tiene el medio para hacerlo. Su cerebro se acelera, las neuronas están en el límite de su agitación. Pero solo se puede quedar inmóvil. El de la grua rie en su interior, está satisfecho.

1 comentario:

Delirio dijo...

Autocomento mis poemas porque no tengo el talento ni los medios para promocionarme, así que yo mismo opino, soy autor y lector.
Este escrito es sucio, no tiene como fín agradar, más bien debe causar fastidio, debe estrezar a quien lo mira, debe generar rasquiña. Quiero transmitir algo, una perturbación, una molestia.
Este escrito es una porquería, pero vale la pena. No solo la belleza es digna de ser retratada...